El Tribunal Supremo de EE. UU. evalúa la legalidad del primer colegio concertado de orientación religiosa
La tradición constitucional estadounidense establece un "muro de separación" entre la Iglesia y el Estado, según la célebre expresión utilizada en 1802 por el presidente Thomas Jefferson al comentar la Primera Enmienda, que garantiza la libertad de expresión y de creencias. El actual Tribunal Supremo de Estados Unidos, compuesto mayoritariamente por jueces conservadores, ha comenzado a socavar ese muro con algunas de sus sentencias. Este viernes, ha decidido pronunciarse sobre el caso de un centro católico que busca convertirse en un colegio concertado. La resolución de los magistrados establecerá un precedente sobre si es posible financiar instituciones educativas religiosas con fondos públicos.
En el caso St. Isidore of Seville contra Drummond, los jueces analizarán la petición de un colegio que spira a dar sus clases a distancia y ofrecer educación gratuita costeada por el Estado de Oklahoma. Las autoridades educativas dieron luz verde a su petición, pero el Tribunal Supremo de Oklahoma anuló la aprobación del centro en virtud de esa separación entre Iglesia y Estado.
Los promotores del colegio y grupos conservadores que lo apoyan acudieron al Supremo, que ha admitido a trámite el caso en una escueta resolución dictada este viernes. En ella figura que la magistrada católica Amy Coney Barrett se ha abstenido, aunque sin explicar las causas.